“Una tienda consiste en colocar prendas dentro de una caja preciosa, pero,´para mí, la caja es tan importante en sí mismo como las prendas”.
Rei Kawakubo
“Se puede decir con propiedad que la arquitectura está de moda y, paradigmáticamente desde la construcción del Guggenheim de Bilbao, el poder mediático, cultural y económico que la arquitectura de autor es capaz de atesorar se ha convertido en un anzuelo irresistible para las grandes corporaciones del negocio de la moda.”
Iñaki Bergera (arquitecto)
La tienda es la estrella: “Las tiendas son el rosto de una marca – confirma Robert Triefus, vicepresidente ejecutivo de comunicación de Armani -, son su imagen completa, tal y como desearíamos verla. La arquitectura juega un papel en la comunicación de marca; cuando entras en una tienda, ésta debería responder a tus expectativas respecto a aquélla.”
[1] “La arquitectura promocional” es una tarjeta de visita más para el consumidor – quizá una de las más directas porque el consumidor se desplaza a ver las prendas (micro) y el espacio (macro) donde se encuentran es lo que le provoca el primer estimulo visual. Así que desde los años 90 las marcas empezaron a recurrir a arquitectos de renombre para construir y configurar sus espacios comerciales.
De Nueva York a Tokio encontramos espacios comerciales redefinidos por arquitectos de renombre. Conscientes del impacto que el espacio proyectado por un gran arquitecto puede tener sobre el potencial cliente, también gracias al continuo ruido mediático, los creadores de moda más cultos y vanguardistas tienden cada vez más a buscar firmas de célebres arquitectos internacionales. Un caso ejemplar es Prada, que ha conseguido involucrar a la vez a Rem Koolhaas, Herzog & De Meuron y Sejima (del grupo SANAA) en una especie de representación global de su imagen. Marcas como Louis Vuitton, Prada o Hermès fueron pioneras, “abrieron la brecha y sentaron las bases para que otras las siguieran”[2]
De Nueva York a Tokio encontramos espacios comerciales redefinidos por arquitectos de renombre. Conscientes del impacto que el espacio proyectado por un gran arquitecto puede tener sobre el potencial cliente, también gracias al continuo ruido mediático, los creadores de moda más cultos y vanguardistas tienden cada vez más a buscar firmas de célebres arquitectos internacionales. Un caso ejemplar es Prada, que ha conseguido involucrar a la vez a Rem Koolhaas, Herzog & De Meuron y Sejima (del grupo SANAA) en una especie de representación global de su imagen. Marcas como Louis Vuitton, Prada o Hermès fueron pioneras, “abrieron la brecha y sentaron las bases para que otras las siguieran”[2]
No hay comentarios:
Publicar un comentario